Sunday, June 1, 2014

Colosenses 1.15-20: La Primacía de Cristo

En pocas semanas casi todo el mundo va a estar mirando las finales de la copa mundial. Dos selecciones van a competir por la gloria de ser el ganador del torneo más popular del mundo. Mucha gente tiene su vista en el máximo jugador, Lionel Messi de Argentina, y esperan que el lleve su equipo a los finales. La gente aprecia el futbol con mucho ánimo. ¿Pero que gana la gente en apreciarlo? ¿Cuál beneficio recibe más que la diversión? ¿Y si Messi gana el torneo, cuanto le va a importar cuando sea viejo y este a punto de morir? No es pecado ser fanático o jugador de futbol. A mí me encanta jugar fut, y seguramente voy a estar mirando las finales. Solo lo menciono porque necesitamos evaluar lo que apreciamos en la vida y por qué. El texto de ahora nos recuerda de lo que necesitamos apreciar y estimar más que todo. Mucho, muchísimo más que futbol o cualquier otra cosa. Necesitamos enfocarnos en Cristo Jesús porque Él es digno de nuestra alabanza. Hay tantas cosas de la vida que nos distraen de Cristo. Por eso necesitamos escuchar este texto.
En el día de Pablo los profetas falsos de Colosas menospreciaron a Cristo. Hermanos, en la vida cristiana no hay algo más peligroso que menospreciar a Cristo. Piénsenlo, Pablo dice en primero Corintios 1:30 que “por obra de Dios ustedes están en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención.” Esa lista se refiere a los beneficios espirituales que se hallan solamente en Cristo. No hay otro lugar o persona que puede ofrecérnoslos. Hay que enfocarnos en Ėl.
El hecho que los profetas falsos menospreciaban a Cristo en favor de otras cosas era una amenaza muy grave. Fíjense en capítulo 2 versículos 18-19, ahí Pablo explica el problema con más detalles. 2:18- “Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal, pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios.
Ven aquí que los profetas falsos menospreciaban a Cristo e insistían que hay otras cosas eficaces e importantes para recibir beneficios espirituales, como los ángeles, las visiones milagrosas, y las reglas añadidas a la biblia para la salvación. Por enfocarse en estas cosas se hicieron orgullosos.
Esta amenaza no ha cambiado mucho hoy en día. Nosotros también vivimos en una cultura que menosprecia a Cristo en favor de otras cosas. Además, estos problemas están en las iglesias que se llaman a sí mismas cristianas. De esto, mi profesor Michael Horton ha escrito un libro que se llama “El Cristianismo sin Cristo.” Por ejemplo muchos de nosotros aquí han salido de iglesias Pentecostales que se enfocan más en las visiones y las revelaciones espirituales, que en Cristo. Me refiero a los que creen, por ejemplo, que es necesario que un cristiano hable en “lenguas.” También hay otros que añaden a la Biblia con sus “profecías”. Se enfocan más en su versión del Espíritu Santo que en Cristo. Pero les digo que eso no es el Espíritu Santo de Dios. Jesús identifica el verdadero Espíritu Santo en Juan 15:26, donde dice que su gran trabajo es dar testimonio a Cristo. El Espíritu no quiere la atención que muchos le dan. Claro que sí, debemos glorificar al Espíritu porque es la tercer Persona de la Trinidad, es Dios.  Y hay que ser más dependientes de Él. Pero Él quiere dirigirnos a Cristo. Quiere dirigirnos a Cristo porque es el único “mediador entre Dios y los hombres.” Solo Cristo es capaz de mediar por nuestra parte porque es “al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre.” El Dios-hombre. Por esta razón Jesús dice, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:7). 
Además, hay que negar que podemos orar a los santos o pedirles mediar por nuestra parte. Ningún santo es capaz de hacerlo. No es decir que despreciamos a los santos o los mártires. Al contrario, los imitamos. Por ejemplo, valoramos a la Virgen María porque era bendita de Dios por dar a luz al Señor, pero ella no tiene la habilidad de interceder o mediar por nosotros, y menos para perdonarnos.
Ella es meramente una creatura y no murió por nosotros. Entonces, cuando hablas con un amigo Católico Romano hay que exaltar a Cristo y decir, ¡Amigo, porque oras a María cuando tienes a Cristo! Hebreos 7:25 explica que Él es el único sacerdote y que “es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.”
Pero nosotros reformados también menospreciamos a Cristo. A veces nos enfocamos más en la buena doctrina que en la Persona de Cristo. Olvidamos que la buena doctrina es un medio con el fin de conocer a Dios más. No es un fin en sí mismo. Escuche: saber y aprender de la buena doctrina reformada no te salva. Cristo te salva. Es necesario tener buena doctrina para conocer al Cristo verdadero, por supuesto. Pero Cristo es el que nos salva. Entonces, nosotros necesitamos cuidarnos en esta manera y enfocarnos más en la Persona de Cristo. La crítica (que como reformados recibimos) de los demás,  no debe ser que estamos orgullosos de nuestra doctrina. La crítica que debemos buscar es, “ellos se enfocan mucho en la Persona y obra de Cristo.” Me gustaría escuchar esa crítica.
Bueno, esta es la respuesta de Pablo a los que menosprecian a Cristo. En vez de discutir, exalta a Cristo sobre todo hasta que toda otra cosa se vea chafa en comparación a Él. Es la mía también. No hay nadie, ninguno de nosotros, que lo aprecia y glorifica suficiente, como Ėl merece. ¡Es imposible estimarlo demasiado! Necesitamos más y más la mentalidad de Juan el Bautista que dijo, “Es necesario que Ėl crezca, y que yo disminuya.” Este verano mi meta es que apreciemos y confiemos más y más en Cristo; deseo que la realidad de la primacía de Cristo crezca en nuestra vida. Imitando a Pablo, intento predicar a Cristo y nada más, porque sin Ėl todo es vano. Sin Cristo, no tenemos propósito en la vida ni esperanza en la muerte. Pero en Ėl, tenemos todo beneficio espiritual y no hay ninguna razón de tener medio de la tumba.
Por lo tanto, vamos a ver dos aspectos del reinado de Cristo que Pablo exalta en este texto: 1) Primero, la primacía de Cristo sobre la Creación, 2)  Segundo, la primacía de Cristo sobre la Nueva Creación.
1) En versículos 15-17 Pablo exalta Cristo sobre toda la creación. Antes de examinar esta parte en particular, anoten que los versículos 15 a 20 se forman un himno o un poema en el griego original. Solo, no es posible saber si Pablo lo escribió por esta ocasión o si adoptó un himno popular de aquel entonces. Lo que sea, es importante entender que el pasaje tiene una estructura poética. El contenido de los versículos 15-17 refleja el contenido de los versículos 18-20. Hay muchas conexiones entre los dos partes, pero la más evidente se encuentra con la palabra “primogénito” en 15 y también en 18. ¿Lo ven, “primogénito”? Versículo 15 dice que es “el primogénito de toda creación,” y en versículo 18 es “el primogénito de entre los muertos.” No sé si recuerdan, pero en el último sermón demostré que la resurrección de Cristo de entre los muertos empezó una nueva creación. Por esta razón, este himno se trata de la primacía de Cristo sobre la creación original y sobre la nueva creación “a fin de que Él tenga en todo primacía.” El máximo asunto entonces es que no existe nada que no está debajo el reino de Cristo. Es el gran gobernador del universo y de la eternidad, ahora y para siempre.  
Con versículo 15, Pablo continúa el pensamiento de 13-14. El himno es sobre “el Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados.” Podemos insertar “su Hijo Amado” por “El” en el principio de 15: “Su Hijo Amado es la imagen del Dios invisible.” ¿Que significa que Cristo es la imagen de Dios? Tal vez suena raro. Muchos han utilizado este versículo para rechazar la divinidad de Cristo, por lo tanto tenemos que investigar lo que Pablo está haciendo aquí. El asunto de Pablo es: identificar a Cristo en su humanidad como la suma manifestación del Dios invisible para que nadie busque otra revelación de Dios fuera de Él.
Acuérdense de Génesis 1:26-28 que dice, “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio… sobre toda la tierra. Creó pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creo.” La humanidad fue creada para representar visualmente la imagen de Dios en la tierra. Como niños llevan la semejanza de sus padres, la humanidad debería haber sido la imagen de Dios e imitarlo por ejercer dominio sobre la tierra. Pero Adán fracasó y destruyó la imagen de Dios, rompiendo la amistad entre Dios y los hombres. Ahora hay un abismo de distancia entre Dios y los hombres. Por lo tanto en el día de Pablo, e igual hoy en día, la gente preguntaba: ¿Dónde se puede ver el Dios invisible? Pablo está respondiendo a esta pregunta, diciendo que Cristo es la suma imagen del Dios invisible. O, en las palabras de Hebreos 1:3, “Él es el resplandor de la gloria de Dios y la expresión exacta de su naturaleza.”
Escucha, es imposible que nosotros creaturas veamos a la divinidad pura. Hay una distinción entre el Creador y la creatura. Nunca podremos ver a Dios como él se ve a sí mismo. El evangelio según Juan ilumina esto y revela que Cristo es Dios. Escuchen estos versículos. 1:18 dice “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios (El Hijo), que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.”  Luego en 6:46 Jesús declara que antes de venir lo veía eternalmente. Dice “No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que viene de Dios, este ha visto al Padre.” Y luego en 14:9, el discípulo “Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre, ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?
            En suma, por decir que Cristo es la imagen de Dios, Pablo identifica a Cristo en su humanidad como la suma manifestación del Dios invisible para que nadie busque otra revelación de Dios fuera de Él. Ahora no lo vemos porque está a la diestra del Padre, pero esperamos el día que regrese y lo veamos en su gloria.
            Bueno, sigamos con el himno que exalta Cristo aún más. Dice, es “el primogénito de toda creación, porque en Ėl fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para El.”  El asunto de Pablo aquí es: Cristo es el Rey de reyes sobre toda creación porque Él es el Creador. ¿Pero, porque Pablo no dice “es el Rey” para clarificarlo? Buena pregunta. Primero, la frase “el primogénito de toda creación,” en griego se puede traducir, “el primogénito sobre toda creación.” Esta traducción es mejor para entender porque Pablo escogió la palabra “primogénito” para demostrar que Cristo ha cumplido las promesas del Mesías. 
            Vayan conmigo, por favor a Salmo 89. Este Salmo se trata del pacto del Señor con David. Acuérdense de lo que Dios prometió a David en Segundo Samuel capítulo 7, que uno de sus descendientes sería exaltado al trono y reinará para siempre. Salmo 89:27 explica más. 27- “Yo también lo haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra.” Entonces, la palabra primogénito se refiere a su primacía sobre toda la creación como Rey más excelso. Versículo 16 explica porque tiene esta primacía. Es por causa de ser su Creador. Dice, “Porque en Él fueron creadas todas las cosas.” Normalmente pensamos que el Padre es el Creador, el Hijo es el Redentor, y el Espíritu Santo es el Santificador. Pero este texto, con muchos más, nos enseña que “todo lo que Dios hace, el Padre siempre es el fuente, el Hijo siempre es el mediador, y el Espíritu siempre es el consumador.”[1] Por ejemplo, en la creación el Padre creó todo que existe desde nada, por su Palabra (quien Juan identifica era Cristo en San Juan capítulo 1), y Génesis 1:2 explica que “el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas,” y eso para perfeccionar la obra de Dios. El autor a los Hebreos dice lo mismo en 1:2 cuando dice, “por medio de [su Hijo] hizo también el universo.” A este se refiere Pablo por decir, “en El fueron creadas todas las cosas.”
            Es decir, que no existe nada, NADA, que no fue creado por Cristo. Todo está debajo su dominio. No tenemos que temer delante Satanás y sus demonios porque Cristo los creó. No alabamos a un “espíritu de la tierra”, o al “Karma”, porque no hay un poder ni autoridad del universo que no está debajo su control. También, Pablo dice que todo ha sido creado… para Él.” El propósito de todo lo que existe es para la gloria de Cristo. El hecho que Cristo recibe la gloria de todo es gran evidencia que Cristo es Dios. Porque Dios es justamente celoso de su gloria. Dios dice en Isaías 48:11, “Mi gloria, pues, no la daré a otro.” Pero, damos la gloria a Cristo precisamente porque es Dios.
Hermanos, Cristo es Dios. Por eso, “Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.” Sin Él, todo el universo se convirtiera en caos, desde los átomos a los planetas. Entonces, versículos 15-17 demuestran que Cristo es el gran creador y gobernador del universo, ahora y para siempre. No hay nadie como él.
2) El segundo, y el último punto, es la primacía de Cristo sobre la Nueva Creación. Versículos 18 a 20 marcan un nuevo nivel de su reinado. Leámoslos otra vez, “Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.” 
Es probable que los profetas falsos de Colosas invitaban a los cristianos a experimentar “la plenitud” de Dios fuera de Cristo. Decían que necesitaban seguir su “filosofía” y sus “reglas” para tener una experiencia religiosa verdadera. (¿Ustedes han escuchado algo así alguna vez en su vida? Yo, sí.) La respuesta de Pablo es esta: ¡la plenitud de Dios se halla en Cristo! Pablo demuestra este punto por exaltar a Cristo sobre la nueva creación, y empieza con su resurrección de entr e los muertos.
“Cristo es la Cabeza del cuerpo que es la iglesia, y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos.” ¿Tu cabeza dirige tu cuerpo, sí? Con conectados, pero la cabeza es el líder. Hay una frase que ilustra el mismo punto, “Adonde va el rey, ahí va su reino.” En su resurrección de entre los muertos hace 2000 años, Jesús comenzó la nueva creación. En este sentido, Cristo es el principio. Y porque él es la Cabeza de la iglesia universal, “Adonde Él se fue, ahí vamos a ir.” Entonces, tenemos la seguridad que vamos a entrar la nueva creación porque Cristo ya está ahí. Pero la nueva creación no será una creación totalmente distinta, mas será la renovación de todo el universo. Como Jesús dice en Apocalipsis 21:5, “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.” Cuando Jesús venció sobre la muerte y salió de la tumba con su cuerpo glorificado, eso significa el principio de la nueva creación.
En primero Corintios 15:20-23 Pablo dice lo mismo. Primero Corintios 15:20-23- “Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida.” Este es el tercer beneficio de la resurrección que confesamos en el Catecismo de Heidelberg #45: “La resurrección de Cristo, cabeza nuestra, es una cierta prenda de nuestra gloriosa resurrección.”
¿Pero cómo es que Cristo tiene la habilidad de renovar toda la creación? Ya vimos que Cristo es el Dios todopoderoso, pero el problema es que después de la caída, había hostilidad entre la humanidad y Dios. Toda creación fue alejada de Dios por la caída de Adán y Eva. Entonces, para reconciliar lo malo y lo corrupto al Santísimo, fue necesario que Dios ejerciera su justicia. Dios tenía que castigar al pecado que corrompió la humanidad y la tierra para salvarnos. Por esta razón, en versículo 20, Pablo se enfoca en “la sangre de su cruz,” que ha hecho la paz. La paz entre Dios y los hombres solo proviene del hecho que Cristo derramó su sangre por nosotros en la cruz. Como leímos de Romanos 8, “Dios envió su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado para condenar al pecado en la carne.” Así Dios apaciguó su justicia e hizo la paz, por el precio más grande del universo.  De esta manera, Cristo se hizo nuestro Salvador y el gran Rey de Paz. Entonces, según lo que Pedro predicó en Hechos 4:12, “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombre, en el cual podamos ser salvos.” 
En conclusión: Mientras el mundo menosprecia a Cristo, tenemos que enfocarnos en Él más y más. Espero que ya vean que cualquier otra cosa es chafa en comparación a Cristo. Por ejemplo, lo comparamos a Lionel Messi y la gloria que busca en esta copa mundial. Hace 30 años que Messi existe. Antes, no existía. Nadie lo conocía. Si gana en esta copa mundial su gloria no va a durar para siempre. En cien años Messi va a estar muerto. En mil años todo el mundo  va a olvidar su nombre, como si no hubiera existido. Este es el destino para todos nosotros. La fama y gloria de este mundo en comparación a la gloria de Cristo es como una vela en comparación al sol. Cristo ha existido desde la eternidad, y permanecerá para siempre como el Rey sobre toda creación y Rey sobre la nueva creación. Hermanos, cuidado que no menospreciemos a Cristo, porque “él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.” Enfoquémonos siempre  en la primacía de Cristo sobre todo, y confiemos más en él.  Amen.



[1] Horton, The Christian Faith, 301.

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